Van Gogh pintó dos sillas. La amarilla, la más famosa, era la suya. En ella se sentaba en sus animadas charlas con el pintor Gauguin.
Silla de van Gogh (1888) Londres, National Gallery (foto en dominio público)
Esta otra, la azul, era del francés.
Silla de Gauguin, de van Gogh (1888) en el Museo Van Gogh de Amsterdam (foto en dominio público)
Parece retratada de noche y no de día como la suya. ¿Por qué puso van Gogh una vela allí? ¿Por qué ese aire triste?
Porque su amigo Gauguin se ha ido. La vela encendida evoca su presencia y el recuerdo de las largas charlas que mantuvieron durante tantas horas. ¿De qué hablaban?
Van Gogh tenía un sueño. Crearía una comunidad de artistas en una casa alquilada de Arles, Francia. Todos vivirían y trabajarían felizmente mientras compartirían sus pensamientos sobre los grandes temas de la vida. Empezó por invitar a su amigo, que acudió no muy entusiasta.
Pero al poco terminaron discutiendo y Gauguin se marchó.
Roto de pesar por su comportamiento hacía su amigo, van Gogh se lesionó, cortandose parte de la oreja en un acceso de remordimiento.
Escribió a su hermano Theo: “Unos días antes de que nos separáramos y antes de que mi enfermedad me obligara a ingresar en el sanatorio, intenté retratar su silla vacía.”
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