Eneas de Gianlorenzo Bernini, 1618-1619 (alt: 220 cm) imagen CC BY 3.0 de Sailko por Wikimedia
¿Quién es este mocetón y por qué lleva así sobre los hombros a un señor mayor?
El mocetón es Eneas, el fundador legendario de Roma, y lleva a cuestas a su padre, Anquises. Están saliendo tan rápido como sea posible de su pueblo, Troya, porque está en llamas. El chiquillo detrás es el hijo de Eneas, Ascanio.
Y el viejo Anquises, ¿qué lleva?
Son los penates, los dioses del hogar. Cada casa los guardaba en un nicho en la entrada. Eran lo que uno cogía para llevar consigo cuando solo se podía coger una cosa. Protegían al dueño de casa y a su familia en la adversidad.
Penates (detalle de la figura de Eneas de Gianlorenzo Bernini)
¿Cuál es la historia?
Es una rama más de la leyenda de la Guerra de Troya, el tema de la Ilíada, el gran poema épico de Homero. Los griegos conocían este y muchos otros episodios de aquella historia idealizada de su país. La versión griega terminó con la huída de Eneas, príncipe de Troya, y su familia.
Cuando muchos años más tarde, Roma estaba inventando su propia historia, buscando un fundador, retomó este hilo de la leyenda griega sobre Eneas. Su héroe tuvo que errar por el Mediterráneo por la maldición de una diosa y no pudo asentarse hasta que, después de largos años e infinidad de vicisitudes, llegó a Latium, el lugar que más tarde sería Roma. Su padre y su mujer murieron por el camino. Al final, Eneas se casó con una princesa local y se convirtío en el rey de Latium.
Eneas era divino de parte de su madre, que no fue otra que Venus. La diosa del amor había seducido a su padre Anquises cuando era un joven galán. A los historiadores romanos les gustaba esa parte de la leyenda porque hizo providencial la fundación de Roma, es decir, se llevó a cabo según un plan divino. Los penates que Anquises portaba al salir de la ciudad de Troya, relíquias de lo más sagrado, fueron depositados en el templo de Vesta en el foro romano.
¿Leyenda pagana como modelo cristiano?
Pero, ¿qué hace Bernini, cristiano devoto, ilustrando esta historia griega-romana pagana?
En la Italia del siglo diecisiete, cuando vivía el escultor, había un resurgimiento religioso, la Contrarreforma, y uno de los temas preferidos era el triunfo de la fe sobre la adversidad. El antiguo héroe romano había mantenido su fe en aquellos penates, conservándolos en su penoso viaje. Guiaron a él y a su familia durante inumerables sufrimientos y les llevaron a buen puerto. Eneas fue justo el modelo de la piedad hacia Dios y hacia a los padres de familia que buscaban los dirigentes eclesiásticos. Fue un cardenal, Scipione Borghese, quien encargó la obra a Bernini.
Escultor maestro a los veinte años
Es una obra increíblemente ambiciosa para un escultor que todavía no contaba los veinte años, y es probable que le ayudara en su ejecución su padre, escultor experto. Y tal vez a éste podemos atribuir algunos de los aspectos menos geniales de la escultura.
¿Fallos?
Los críticos a veces se quejan de la falta de estabilidad en la escultura de Eneas. Suponen que Bernini intentaba crear algo similar a este Rapto de las mujeres sabinas de Giambologna, y fracasó.
Rapto de las mujeres sabinas de Giambologna (foto Wikipedia CC BY-SA 3.0 de Ricardo André Frantz (User:Tetraktys)
Las figuras de Giambologna muestran un espectacular movimiento hacia arriba. Están en trance de lucha pero igual podrían ser bailadores. El grupo de Bernini, no solo carece de semejante gracia sino representa una postura inestable. El viejo está sentado pesadamente sobre los hombros de su hijo—así se podía quedar poco tiempo—y parece a punto de caer.
Eneas de Bernini (imagen CC BY-SA 3.0 de Antoine Taveneaux)
Cierto. Pero los demás signos de tensión e inestabilidad de la escultura demuestran que Bernini intentaba crear justo ese efecto, que fue su manera de dramatizar. Fíjense en la base. Lo mínimo que podía haber hecho Bernini, según sus críticos, es dar a los personajes tambaleantes un piso plano y sólido. ¡Pero Bernini los situa encima de una base curva!
“Lo hice así,” diría, “para sugerir los escombros que Eneas está intentando salvar. Quería dar al espectador la sensación de la precariedad de su situatión, enseñando la estabilidad de su piso. Recuerden que esos hombres están andando a oscuras.”
De acuerdo, dicen los críticos. Pero las figuras escultóricas deben respetar las leyes de la gravedad, igual que las personas reales. Nos molestan si parecen a punto de caer.
“Bien,” dice Bernini, “que se molesten.” Molestaría bastantes veces más antes de terminar su larga carrera.
Otras representaciones
Este tema siempre fue difícil de representar con gracia. He aquí la versión de Rafael de Urbino.
Eneas llevando a su padre a hombros, de Rafael de Urbino (de la Stanza dell’incendio del Borgo en el Vaticano).
Eneas lleva a su padre con porte de bombero y lucha con el peso. Los enseña de frente. El pintor, a diferencia del escultor, siempre tiene la elección de la perspectiva más favorable.
Así lo representó un artista griego de la Antigüedad en una vasija:
Eneas llevando a Anquises, enócoe de figuras negras, h. 520-510 a. C., museo del Louvre (imagen Wikimedia en dominio público)
La versión del pintor italiano Barocci, ilustrando la salida del palacio troyano en llamas, parece una escena de película:
Fuga de Troya de Barocci, 1598 ( imagen wikipedia en dominio público)
Y ¿las caras?
El modelado de Bernini de los cuerpos de los dos hombres, el jóven y el viejo, lo hace ya con suma maestría. Pero, ¿por qué no hace lo mismo con sus caras? ¿Por qué las deja en blanco—tan sosas, tan faltas de expresión? Quizá la cara blanda del viejo sea una representación de la senilidad; pero la de Eneas, el héroe intrépido, ¿por qué no le puso Bernini algo de tensión—ansiedad, duda, valor—algo? Eneas es la estrella del grupo y es su cara la que uno consulta al intentar comprender la obra. Ya que el propósito de Bernini era un retrato del héroe ¿no es esto un fallo importante?
Hay una gran similitud entre el Eneas y el Cristo de Santa María de Miguel Ángel:
Cristo el Redentor de Miguel Ángel, Santa María sopra Minerva, Roma (imagen Wikipedia CC BY-SA 3.0 Subido por Tetraktys)
¿Intentó el jóven escultor imitar el famoso Cristo de Miguel Ángel con tanta devoción que se olvidó que la cara del Salvador no tenía nada que ver con la de su Eneas?
Bernini sabía lo que hacía: no cabe pensar en un lapsus. La cara del chiquillo capta extraordinariamente bien el miedo. Los detalles de ésta, como las de todas las obras de Bernini, están bien planteadas. Tal vez le aconsejara su padre o el Cardenal que ilustrara la dignidad, el coraje o la fe de esta manera. “El hombre valiente no lleva su preocupación en la cara como un niño,” le habrán dicho, «y afronta la adversidad con confianza y serenidad.
Se considera a Juan Lorenzo Bernini (1598-1680), pintor, escultor y arquitecto italiano, como el segundo mejor escultor después de Miguel Ángel. Su obra cumbre es la Transverberación del Corazón de santa Teresa.
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