Calumnia de Apeles de Sandro Botticelli (1494) Temple sobre tabla 62 cm × 91 cm (24 in × 36 in);Galería Uffizi, Florencia, Italia (foto en dominio público)
¿Qué representa este cuadro?
Es un juicio. Un juez o un rey está viendo un caso. Dos consejeras, la Ignorancia y la Sospecha, acarician sus orejas de asno.
Detalle 1 de Calumnia de Apeles
Tiende la mano a la Envidia, la figura andrajosa que guía a la hermosa Calumnia.
Detalle 2 de Calumnia de Apeles
La Insidia y el Fraude la peinan. La Calumnia arrastra por el cabello a la víctima desnuda: es el hombre calumniado. Preso de la incomprehensión, frunciendo el entrecejo, pide ayuda al cielo.
Detalle 3 de Calumnia de Apeles
Una Penitencia austera le sigue y vuelve una mirada de disgusto a la Verdad, que se situa al final de la cola, escondida del juez.
¿A santo de qué?
Botticelli hizo esta versión basándose en la descripción de una pintura de época romana del pintor Apeles, quien la creó como venganza por las mentiras que su rival contó al rey. La obra de Botticelli fue un encargo de un tal Antonio Segni pero no se sabe más de esta calumnia a la que se está refiriendo, si es contra Segni, contra el mismo artista o contra, tal vez, el fraile Savonarola, del que Botticelli fue seguidor. Tampoco se conoce por qué está decorado el templo de la Justicia con estatuas y relieves que representan episodios bíblicos y mitos griegos sin relación aparente. Una teoría es que el cuadro servía para la ilustración humanista de un joven Médici. No es necesario que seas un artista de la época romana, ni del Renacimiento, para compadecer a la víctima. Todo el mundo conoce a estos personajes y los ha visto actuar.
La calumnia del calumniado
Sandro Botticelli fue calumniado. Y tal vez fuera calumniador. Su biógrafo Giorgio Vasari dice que acusó a un amigo de herejía “en plan de broma”. Por su parte, Vasari cuenta la anécdota insidiosa para incluir el comentario gracioso del acusado al tribunal. Según éste, Botticelli había declarado su creencia de que el alma muere con el cuerpo: “Si se trata de él, me lo puedo creer,” decía el amigo, “porque él no es humano, sino una bestia…” Y para más diversión del lector, Vasari tira el siguiente dardo del “amigo” de Botticelli: “Además, Sandro apenas sabe leer y escribir, y va y hace un comentario de Dante. Eso ¿no es tomar en falso el nombre del gran poeta?”
Botticelli
Demasiado poco se sabe de Botticelli, que es una lástima porque fue uno de los más grandes artistas de la historia. La fuente principal de su vida y obras está en la biografía de Vasari, al que Botticelli le caía mal. Le pinta como una persona inestable e irresponsable. Vasari cuenta algunas anécdotas chismosas y da la impresión cuando alaba la obra de Botticelli de que lucha con sus prejuicios para hacerle justicia. “Fue uno de los seguidores de Savonarola [el fraile dominico que predicó el rechazo de las vanidades del mundo],” dice Vasari, “…y permanecíó obstinado en la secta como uno de los quejicas, como los llamaban, llegando incluso a abandonar su obra artística.” [De hecho, Botticelli llegó al convencimiento de que había hecho mal en buscar y representar la belleza, y quemó las obras sobre las que estaba trabajando.] “De viejo se encontraba tan necesitado que si Lorenzo de Medici…y luego sus amigos y otros hombres ilustres que le querían por su talento, no le hubieran socorrido, casi habría muerto de hambre.”
No quiso cambiar
Botticelli pertenecía a un grupo de artistas florentinos brillantes del siglo XV. Durante aquellos años llegó la revolución del óleo. Casi todos los pintores experimentaban con la nueva técnica, pero Botticelli, que dominaba la pintura al temple a la perfección, se negó a cambiar. Su estilo tampoco cambió con los años. Por lo que, incluso antes de que fuera viejo, sus cuadros parecían anticuados. Llegó Miguel Ángel, quien dio un nuevo derrotero al arte. Los frescos de los dos genios en las paredes de la Capilla Sixtina son un ejemplo gráfico. Los de Botticelli, terminados tan sólo veinticinco años antes de que Miguel Ángel trabajara allí, tienen la estampa de otra época.
Sandro Botticelli, La Tentación de Cristo, en la pared de la Capilla Sixtina, Roma (P.D. foto de Italiamoderna)
Botticelli mereció mejor suerte. Tiene pocos rivales en la belleza de sus caras femininas, la fantasía de sus escenas, la representación del movimiento por inspirados trazos de pincel y pluma. El Nacimiento de Venus es probablemente su obra más conocida.
El Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli (1483-1485) 278.5 cm (109.65 in) por 172.5 cm (67.91 in); Galería Uffizi , Florencia, Italia (fotoWikicommons)
Venus se parece mucho a la Verdad de Calumnia porque las dos son versiones del Venus de Medici, que Botticelli estudió en el palacio de su patrón.
Venus Medici. Copia romana de un original griego (c. 350 a.C.); en el Museo Pushkin, Moscú (C C Attribution-Share Alike 3.0 Unported license foto de shakko)
Botticelli pintó algunas de las caras femininas más bellas pero sus cuerpos a veces tienen un aspecto raro.
Primavera de Sandro Botticelli (c. 1482) Temple sobre tabla, 203 x 314 cm Galleria degli Uffizi, Florencia (P.D. foto)
Hay quien se queja de que las figuras femininas de Miguel Ángel tienen demasiado de masculino; sin embargo, la mayoría de los pintores anteriores a él estudiaban sólo cuerpos masculinos de modelos vivos. Para las representaciones de mujeres se fijaban en pinturas y estatuas antiguas. Generalmente los extravagantes vestidos de sus creaciones tapaban su ignorancia del cuerpo, pero no siempre. En esta pintura parece que Botticelli no tenía clara la ubicación exacta de los pechos. También sorprenden los torsos de las mujeres, aunque quizá se debe entender las figuras, con sus matrices hinchadas, como representaciones alusivas a la fertilidad de la primavera.
Los ángeles llevaban sus vestidos
Sin embargo, Botticelli creó imponentes vestidos ondeantes de tres segmentos que se imitarían durante siglos como el atavío celestial.
La Natividad Mística (detalle) de Sandro Botticelli (1501) 108.5 cm × 74.9 cm (42.7 in × 29.5 in): National Gallery, Londres (P.D. foto)
Fuente: La obra píctorica completa de Botticelli en Clásicos del arte, Noguer-Rizzoli editores,1983, traducción de Francisco de Alcántara. Biografía y notas críticas de Gabriele Mandel ..