El guía señala un pequeño destrozo en la rodilla del gran Moisés de Miguel Ángel y cuenta esta anécdota: “Cuando el maestro había terminado de esculpir y pulir la figura, le parecía tan real que le ordenó hablar. Y al ver que no le obedecía, en un acceso de rabia, le dio un fuerte golpe con su martillo, dejando esta raya.”
El Moisés de Miguel Ángel (1513-1515), 235 cm (92.52 in) en San Pietro in Vincoli, Roma. La foto es de Prasenberg bajo la licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic aquí
Pero la raya o pequeño surco de la rodilla del Moisés más bien parece obra de un gamberro. No se hizo con un martillo, sino con una herramienta con punta (puntero), y con varios toques controlados, no con un único martillazo a lo bestia. Y la anécdota del creador frustrado, contada ya acerca de los artistas del mundo antiguo, no se la creyó nadie.
Sin embargo, en un ataque de rabia, Miguel Ángel sí golpió con su mazo su última gran figura, la Piedad del Duomo. Y no dejó de dar martillazos, de machacar la bella estatua en la que había estado trabajando a ratos durante meses, incluso años, hasta estropearla por completo.
Su primer golpe fue el más sentido y eficaz: dio al Cristo justo en el pecho, haciendo saltar un trozo que incluía la tetilla y tal vez la parte inferior de la mano de la Virgen María. El segundo y tercer golpes fueron efectuados con un objetivo más claro: seccionaron el brazo del Señor, modelado con tanto esmero.
Un fragmento de la Piedad del Duomo, que muestra las juntas tras la reconstrucción de otro artista de las piezas rotas. La X señala el lugar donde la pierna seccionada se habría colocado. Esta foto está bajo la licencia de Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported
Y una vez que hubo hecho un daño tan grave, Miguel Ángel quiso asegurarse de que no se pudiese dar vuelta atrás; y ya sin mucha pasión, cogió el puntero más grande que estaba a mano y cortó la pierna izquierda del Cristo, de donde descansaba sobre la rodilla de la Virgen. Tal vez considerara esa pierna la parte más débil del diseño y se alegrara de quitarse el problema de una vez para siempre.
El pulso ya no le daba grandes latidos cuando cayó la pierna de mármol. Sólo quedaron el alivio y el vacío que acompañan la venganza. Había odiado el bloque pero ya no le ofendá, ya no le molestaba. Meses más tarde, ante la insistencia de un criado suyo, regaló la Piedad con todas sus piezas rotas a un hombre rico que llevaba tiempo rogándole que le proporcionara una figura; y Miguel Ángel ni siquiera puso objeción al proyecto de un escultor malo para reparar la figura y acabarla. Había dejado de quererla y ya no le interesaban sus futuros amoríos.
La Piedad del Duomo o la Deposición, c. 1550 (226 cm o 89 in), en el Museo dell’Opera del Duomo, Florencia, Italia
Foto bajo la licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported
¿Cómo pudo Miguel Ángel hacer tal cosa?
Su biógrafo y amigo Giorgio Vasari, quien tuvo mucho interés en saberlo, no llegó a ninguna conclusión: “Lo hizo, o porque el mármol era muy duro y lleno de esmeril y el cincel a menudo chispeaba, o tal vez porque su crítica consigo mismo fue tan severa que jamás se quedó contento con ninguna de las cosas que hacía.”
Esa última conjectura es la que probablemente da en el blanco. Miguel Ángel dejó estatuas sin terminar dondequiera que fuera. Y cuando era un hombre mayor, caía a menudo en la depresión. Reconoció que había mutilado su figura intencionadamente. Según Vasari, dijo lo siguiente a Tiberio Cacagni, el escultor que más tarde intentó repararla:
“La razón…fue la importunidad de su criado Urbino, que todos los días le regañaba para que la terminara; y además, se había desprendido un trozo del brazo de la Madona. Y estas cosas, además de otros contratiempos como el haber encontrado una grieta en el mármol, hicieron que tanto odiara la estatua que perdió la paciencia y la rompió; y la habría destrozado por completo si su criado Antonio no le hubiera persuadido para que la regalara a alguien tal como estaba.”
Cacagni, trabajando como si de la reforma de un mueble se tratara, se puso a reconstruir la singular obra, añadiendo «no sé cuántas piezas» (Vasari) y acabando y puliendo según su criterio; por lo que ahora podemos atribuirle todas las imperfecciones.
¿Quiso Miguel Ángel confundirnos?
Pero ¿ si alguna de ellas no fuera suya, sino del mismo Miguel Ángel? Parece que Vasari no creía a pie juntillas las razones que Miguel Ángel sirvió a Cacagni porque, antes de enumerarlas, propone su propia teoría. Y, a decir verdad, sobran excusas, lo que recuerda el clásico refrán español: quien se excusa, se acusa. ¿Qué es lo que le desanimaba tanto al Maestro cuando se ponía delante de la Piedad? ¿Por qué tuvo que regañarle su criado Urbino e insistir en que la terminara ? ¿Quién puede creer que las duras vetas de esmeril que hicieron chispear su martillo fueran causa suficiente para abandonarla; o incluso la supuesta grieta encontrada en el bloque?
Una desafortunada veta de arena que pasaba por la mismísima cara del Esclavo Rebelde no le había impedido acabarlo.
El Esclavo Rebelde, ahora en el Louvre de París (foto Wikimedia en dominio público )
Es cierto que abandonó al menos una figura, la primera versión del Cristo de Minerva, por un defecto del bloque; pero no la había trabajado durante tanto tiempo como esta Piedad. Cacagni rellenó la grieta y restauró el brazo de la Madona: ¿por qué no podía hacer lo mismo el gran Maestro, aunque disgustado? Hubiera sido un precio muy pequeño, una humillación diminuta, por compensar la conservacíon de una obra tan emotiva y bella.
Es posible que Miguel Ángel descubriera algún error estético. Puede que destapara un fallo en el diseño general que no habia notado en su pequeño modelo de cera y que no fuera capaz de corregir. Quién sabe si, como sospechó Vasari , intentaba despistar a Cacagni , y al resto del mundo, con su sarta de problemas técnicos. Para prevenir el descubrimiento del fallo destrozaba a diestra y siniestra, bueno y malo; y cuando quedó satisfecho de que todas las pistas fueran borradas, regaló la figura, por así decirlo, con una sonrisa. Sabía que, a partir de ese momento, el escultor que intentara arreglarla, cargaría con todo lo malo, incluso un error del diseño.
Gran creador que no quiso que nadie descubriese » su » secreto. Lo hacia tan perfecto que se «inventaba» cualquier excusa para romper aquello que tanto le habia hecho perder tanto tiempo y luego cuando lo lograba ni el mismo se lo creia de como no se habia dado cuenta de ello antes.
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Cuales fueron sus maestros¿¿
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Juanjo: Domenico Ghirlandaio fue su maestro de pintura por unos meses, y un viejo maestro llamado Giovanni di Bertoldo le enseñó los principios de la escultura en el jardín-museo-taller de Lorenzo de Medici.
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No pudo golpear la tercera figura de la piedad inacabada, básicamente porque no es suya, sino de un discípulo suyo del taller que hico AÑOS DESPUÉS de que Miguel Angel falleciera.
Hay que documentarse un poquito amigo.
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¿Te refieres a la Piedad Rondanini? En este caso agradecería nos dieras la fuente de tan sorprendente descubrimiento.
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me gusta tu publicación 100swallos, podría compartirme algunas referencias bibliográficas de tesis u otros documentos que traten de las técnicas que empleo Miguel Angel? te lo agradeciese
mucho
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Miguel Angel fue un Gran Iniciado de los misterio de la vida y de la muerte el que quiera saber mas de el puede consultarlo a fondo en los registro Akásico de la naturaleza
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José Sanchez: Escribí el artículo hace muchos años y mis fuentes ya no las tengo muy presentes, lo siento. Además de las biografías de Giorgio Vasari y Ascanio Condivi (Vasari escribe sobre la técnica de Miguel Ángel (ve mi articulo https://100swallows.com/2007/11/11/michelangelos-mysterious-carving-method-2/), y una referencia de Benvenuto Cellini (que dijo que había visto los modelos de las figuras de la Capilla Médici) poco se ha escrito (que yo sepa) sobre la técnica de tallar del maestro. Excepto una obra de la que aprendí muchísimo (tambíen del tema de la técnica de Miguel Ángel) y que tiene tantas observaciones recogidas de eruditos anteriores de su libro: Michelangelo Paintings, Sculptures, Architecture Phaidon Press, 1969 (última edición) de Ludwig Goldscheider. Su libro tiene una lista completa de los libros y artículos publicados en su época. No he visto otro libro tan completo y con fotos (aunque en blanco y negro) tan buenas de las obras del maestro (¡hay algunas de las esculturas tomadas por detrás!), por lo que recomiendo que consigas una copia. No he visto ninguna traducción en español. Ten en cuenta que mis artículos de este blog español están todos traducidos (perdona los errores y torpeza) de mi blog principal The Best Artists (100swallows.com) Soy norteamericano y casi todas mis fuentes eran del idioma inglés. Recuerda también que escribía mis artículos para lectores corrientes, no eruditos, por lo que no incluía una bibliografía con cada uno. Durante unos años trabajé en un taller de escultura, tallando mis propias figuras en mármol (ve Fernando’ s Stoneyard: marblechips.wordpress.com). De ahí venía mis dudas sobre la técnica de Miguel Ángel, que siempre ha sido mi modelo.
Hace poco quería actualizar mis conocimientos sobre Miguel Ángel y leí con gran interés Michelangelo: The Achievement of Fame, Yale University Press, 2011 by Michael Hirst. Tuve que rectificar algunas nociones mías basadas solamente en las obras tradicionales (Vasari, Condivi, Cellini, las cartas y poemas de Miguel Ángel, etc.) ya que recientes estudios han descubierto errores e incluso afirmaciones no veraces de aquellos autores. Desgraciadamente, el Sr. Hirst murió antes de continuar con los siguientes tomos de su proyecto.
Esto es todo, José. Dime si tienes cualquier duda sobre alguna afirmación mía en los artículos y intentaré encontrar la fuente.
Un saludo de 100 Swallows (Harold-Gene Diab)
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